lunes, 24 de septiembre de 2007

Prólogo (Las tres copas)

No se ni cómo ni porqué estoy en mitad de una selva de noche, las ramas de los árboles se mecen con paso del viento, y éste, silba de una manera escalofriante entre las hojas. Tengo la extraña sensación de que no estoy sólo, siento como si unos malévolos ojos se clavaran en mi nuca, no se cómo, pero noto su respiración, percibo cómo el corazón de mi acechador se acelera por momentos demostrando el ansia por abalanzarse sobre mí.
Giro sobre mi mismo y comienzo a mirar en todas direcciones intentando ver a mi perseguidor, la angustia se apodera de mi cuerpo, un sudor frío recorre mi espalda, siento como mi corazón va a escaparse de mi pecho de un momento a otro. De pronto, mi mirada se detiene, he alcanzado mi objetivo, unos brillantes ojos rojos se muestran ante mí, entre las hojas de unos matorrales, están fijos en mí, calvados. Su mirada me hace daño, me perturba y me aterroriza, no logro ver lo que es, no creo que sea humano, y tampoco me parece que sea animal, no parece de este mundo.

Por un momento el viento se ha detenido, no hay ruido en la selva, los dos seguimos mirándonos fijamente, yo estoy paralizado por el miedo, tengo todos los músculos en tensión, estoy al borde del colapso. Los segundos se hacen eternos, el silencio es factor que añade más perturbación al momento.

La criatura en cuestión frunce el ceño haciendo más estremecedora todavía su presencia en aquel lugar, sus ojos comienzan a elevarse muy alto haciéndome ver su tamaño real, superando con creces el tamaño de un ser humano normal. ¿Qué criatura es poseedora de ese tamaño tan descomunal?, al elevar mi cabeza para seguir con pavor la mirada de la criatura, doy un traspiés hacia atrás cayendo al suelo, quedándome sentado en el mismo sin dejar de mirar con cara de horror aquellos relucientes ojos rojos.

De entre las hojas surge una mano peluda con afiladas garras que me señala, es una enorme mano, podría fácilmente cogerme en su mano y cubrirme todo el torso con su palma, tiene un tamaño colosal. El miedo aumenta, mi respiración se entrecorta, siento que este es mi final.

Puedo ver entre las hojas como la criatura esboza una malévola sonrisa, conoce perfectamente que estoy a su merced. Su boca se abre y de ella surge una atronadora voz, casi cadavérica que me hiela la sangre.

“Tres copas surgieron de los fuegos del infierno, una se quedó en él, otra subió a los cielos y la última se entregó a los mortales. Tráeme las tres copas, y perdonaré todos tus pecados.”

Sin poder moverme por el pavor que me infundía dicha criatura, creí asentir con la cabeza casi de una manera instintiva, buscando sólo mi supervivencia, sin saber, que posiblemente habría sido mejor la muerte que todo el calvario que me esperaría.

4 comentarios:

Juan LM dijo...

The Lord of the Cups? jajaja. Esperaremos próximas entregas ;)

Anónimo dijo...

Ey tiooo Innova un poco... no mas señores de los anillos, eragorn, narnias... la gente se cansa...

Critica Destructiva (q seguro q tol mundo t pone elogios)

Sir Motrel

Anónimo dijo...

Pues a mi me mooolaaaa!!!
Quiero mas!!!!

Anónimo dijo...

¿Sabes que creo yo? Lo que escribiste ahi, no es algo q inventaste, es la realidad, es como tu te sientes ahora.
Ese mostruo q te da tanto miedo, no es mas q una mujer, una mujer por la q diste todo y ahora es peor q un animal feroz pqara ti, esa misma con la q compartias tu vida asta hace dos dias.

Tal vez tengo mucha imaginacion, quien sabe?