domingo, 28 de octubre de 2007

Una Jornada de Trabajo

Doblo la esquina a una velocidad frenética mientras busco en mis bolsillos las llaves del portal de mi casa, tras encontrarlas intento abrir la puerta con los dedos temblorosos por la tensión del momento, tras tres intentos fallidos consigo mi objetivo y me adentro en mi portal con la vana esperanza de que mi perseguidor se de por vencido al encontrarse con el portón de mi vivienda cerrado a cal y canto. Me escondo bajo las escaleras del portal; ya que tienen un pequeño hueco bajo ellas, para poder observar sin ser visto las intenciones del extraño individuo.

Tras unos segundos de espera, el hombre aparece ante mi puerta exhausto, muy jadeante, a pesar de que la distancia no era muy amplia y de que yo no corrí en gran exceso, al menos esa fue la impresión que me dio a mí. El hombrecillo en cuestión se ha parado justo en frente de mi puerta, pero parece ser que no sabe que yo he entrado aquí, está agachado, con las manos en las rodillas y jadeante intenta recuperar el aliento poco a poco. Tras unos segundos de descanso, introduce su mano derecha en la chaqueta y saca un teléfono móvil, yo sigo en mi escondite sin perder detalle de lo que ocurre e intento escuchar la llamada del extraño individuo. “Le he seguido, estoy convencido de que era él, pero le he perdido, no podemos permitir que esto salga a la luz. Si señor, lo haré, no se preocupe.” Las palabras de este hombre resonaban en mi cabeza preocupándome, ¿Qué yo era quién? Si yo a ese hombre no le he visto en mi vida, que es lo que está pasando, entre el sueño y todo lo que está pasando me estoy volviendo loco. El hombrecillo, mira al interior de mi portal como si estuviera buscándome y tras recular un par de pasos y mirar hacia lo alto de la fachada guarda su teléfono en su chaqueta y se va por donde ha venido.

Me tomo mi tiempo para analizar todo lo que ha ocurrido, todavía no me lo puedo creer, esto parece una película de espías en la cual yo soy el agente que todo el mundo quiere matar. No sé cuales eran las intenciones de ese hombre conmigo, pero por como venía y por como miró a mi extraño tatuaje, no podían ser buenas y menos fijándome en como me llamaba, criatura del averno… Pero si yo lo peor que he hecho ha sido matar alguna hormiga y sin querer.

Me quedo ensimismado hasta que noto el vibrador de mi móvil en el interior de mi bolsillo seguido de una ridícula musiquilla; siempre odié esa melodía, al cogerlo vi en la pantalla que era mi jefe, con miedo cogí el teléfono y contesté.

- ….¿si?

- ¿Dónde cojones estás? ¿Sabes acaso la hora que es? Hay que entregar el proyecto y para variar vas con retraso. Te quiero en la oficina en menos de 20 minutos, así que espabílate.

- Si, Antonio, voy para allá en seguida.

- Da gracias de que eres el mejor, sino ya estabas en la calle. Venga que te esperan los franceses para la explicación.

- Voy, voy, me pillas en la puerta de casa. Ahora te veo, Adiós.

Tras colgar, salgo de mi escondite y vuelvo a subir a mi casa, cojo las llaves de mi coche y vuelvo a bajar, antes de salir del portal de mi casa me aseguro de que el individuo no anda cerca. Después de asegurarme de que no es así, me dirijo a mi vehículo que está en la calle de enfrente.

Tengo que ir a trabajar.

lunes, 22 de octubre de 2007

Un pequeño paréntisis a la novela

Aquí os voy a dejar una pequeña reflexión que he encontrado mientras buscaba unas cosas que me pidió nuestro buen Cristian, al cual voy a medio defraudar xq no tengo prácticamente nada de las cosas que dimos el año pasado con Goyo, si alguien puede facilitar material al chico os estaría enormemente agradecido. Bueno a lo que íbamos, aquí os dejo una reflexión escrita hace ahora un año largo, cuando yo todavía tenía cosas en las que creer y vida que vivir. Aquí os la dejo, espero que os guste.
Mi cielo Azul
Alcé la vista, hasta que esta se cruzó con los rayos del sol, por un momento perdí la noción del tiempo, del lugar, de mi vida. Era verano, un día caldeado de agosto, claro y despejado, el cielo era de un azul especial esa mañana. No parecía que me preocupara nada más que contemplar el cielo, por un momento hubiera deseado que hubiese sido así, disfrutar todo el día de la armonía de ese instante, de la fragancia embriagadora del aire, de esa paz y esa calma, cambiaría toda una eternidad por ese momento.
Por qué el ser humano no se para a apreciar esos pequeños momentos que tiene la vida, por qué por lo grande que sea lo bueno vemos la nimia maldad que puede contener, qué debe hacer el hombre para volver a disfrutar de sus instintos, de oler el aire, de disfrutar de la belleza del campo, de apreciar lo que da la naturaleza, de ver lo que importa en realidad en la vida. ¿Por qué el ser humano no ha encontrado el sentido de la vida? Porque está muy ocupado en darle una solución empírica a todo, como decía un sabio la vida es aquello que ocurre mientras planeamos como vivirla (John Lennon).
Qué daño puede hacer un niño pequeño con sus pequeños pensamientos, cuán pura puede ser el alma de un infante, y cuán impía puede ser la de un adulto. ¿Por qué el ser humano no confía en el prójimo?, ¿por qué no nos cuidamos unos a otros? Porque es más sencillo hacer daño, el daño se hace sin pensar, sin embargo, para hacer el bien, hay que planearlo y eso implica un esfuerzo excesivo por parte del pensante, por lo que opta por no hacer el bien si no el mal.
Pero yo me quedo con ese instante, con ese día, con esa época, sin preocupaciones, sin dolor, ni penas, sin pensamientos, ni otro tipo de motivaciones ni siquiera de impulsos, solo ese cielo, esa claridad, esa paz…… todo eso ya no existe, todo eso murió, como el tiempo, los segundos pasan y no vuelven, cada instante en nuestras vidas es único, es irrepetible, por eso debemos aprovecharlos todos, llenarlos de cosas buenas, de buenos pensamientos y evitar hacer el mal, aunque cueste mucho más que el bien, debemos decir a todos nuestros seres queridos cuanto los queremos, cuanto nos hacen falta, disculparnos con ellos de todas esas veces que sin querer hacerlo los lastimamos.
Ese día entendí como era el mundo, tras alzar la vista y contemplar extasiado ese cielo azul, horizontal e inquebrantable, baje mi vista para volver a la realidad del mundo, para contemplarlo en su propia esencia, analizarlo y descomponerlo. Veo niños corriendo con sus mochilas que van al colegio, coches circulando a gran velocidad por la urbe, hombres hablando por sus teléfonos móviles mientras discuten y gesticulan ferozmente como si nadie viese lo que están haciendo en ese momento, niñas vestidas como mujeres y hablando como si lo fuesen, niños que caminan detrás de ellas con una mirada sibilina rozando la perversión, parques con columpios y toboganes vacíos.
¿Acaso la infancia murió mientras yo admiraba mi cielo azul?, ¿Tanto tiempo he estado contemplando el cielo, que no me he dado cuenta hasta ahora de lo que estaba pasando?
La era Bambi en la cual yo crecí se evaporó como se evapora un charco a la luz del sol de agosto, los niños son una raza ya extinta, pasan por el “estado” de bebes para convertirse directamente en pequeños adultos con falsas preocupaciones y frustraciones, acaso hemos dejado esto a nuestros hijos, ¿qué parte de la cadena hemos roto para que esto ocurra?, dónde están esos niños interesados por experimentar, por descubrir y aprender. ¿Cuál de esos niños mató a Sócrates mientras yo miraba el cielo? ¿Quién lo apuñaló con saña mientras destruía su memoria, su legado?
He descubierto la maldad del mundo mientras miraba algo bueno, ¿Es eso malo?, indudablemente, pues eso hace que mi alma envejezca mientras mi cuerpo se mantiene joven, eso me hace más insensible al paso de los años pero no a la muerte de mi mundo, ¿dónde irá todo lo que yo en su día aprendí?, ¿Quién dijo que la palabra escrita nunca muere?, estos chicos las están matando una a una, estos pequeños asesinos de la lengua, de la historia, de la vida en si, están destruyendo todo lo que tanto le costó construir a otras personas que vivieron antes que ellas y antes que yo, ¿quién les puso en la mano la soga para tirar del cuello del conocimiento hasta asfixiarlo? ¿Acaso he de resignarme a ver morir todo lo que yo quise aprender?
El ser humano hoy día no tiene tiempo para pararse a leer esto, no tiene tiempo de ver crecer a sus hijos, la mayoría de ellos no sabe que a sus hijos les trae sin cuidado lo mucho que a ellos les cueste traer el dinero a casa, ellos solo quieren gastarlo.
Hace unos días en un supermercado oí a una chica que estaba comprando con una amiga, que había salido de su casa con 40 € y que no podía volver a casa sin haberlos gastado. ¿Es necesario?, me pregunte yo para mis adentros, ¿Tan superfluo es el esfuerzo de sus padres por conseguir ese vil metal?, ¿En que era vivimos para que esto ocurra? Pero sigamos analizando el mundo, a ver como más ha cambiado. Veo ahora la calle en la que yo vivo, los coches se aglutinan a ambos lados de la calle, haciendo casi imposible el tránsito por la misma, al otro lado de la calle, una pobre anciana intenta cruzar hacia la acera en la cual estoy yo, el esfuerzo casi hercúleo que debe hacer la mujer para alcanzar la otra acera no se ve premiado, puesto que un desaprensivo repartidor ha dejado su vehiculo de reparto en medio del paso haciendo totalmente imposible el acceso a la otra acera, la mujer desesperada intenta encontrar una ruta alternativa, pero a causa de su avanzada edad, su reducida movilidad y su pequeño tamaño un conductor que circulaba a gran velocidad la arrolla sin remedio, sin posibilidad de hacer nada por evitarlo, ¿Quién es el culpable y quién la víctima? Una vez me dijo mi padre que ese concepto; el de culpables y victimas, era erróneo pues no se puede dividir el mundo en victimas y culpables, tal vez tuviese razón, mi padre tiene razón en muchas cosas, pero si hay una cosa que es cierta, esa mujer no va a volver a levantarse, ese hombre no va a poder volver a dormir tranquilo después de atropellarla, pero ese repartidor si volverá a dejar su vehículo en mal lugar, ¿Por qué? Porque no tiene sentimiento de culpabilidad, al volver a su auto solo verá una ambulancia que está intentando reanimar sin éxito el demacrado cuerpo de la anciana, un hombre que llora mientras está al lado de un vehículo con el frontal abollado y la luna rota y al cual está analizando la policía, ese repartidor subirá a su vehículo como que no fuese la cosa con él, pero en este caso si hubiese culpables y victimas, ese hombre sería el culpable y la anciana y el conductor siniestrado son las victimas. ¿Qué mundo es este, en el que el culpable se va sin preocupaciones y un inocente paga el pato? ¿Quién explica a una familia que su matriarca no volverá esas navidades? ¿Quién evita que esa misma familia odie al otro supuesto inocente? Al menos no es “famoso”, porque hoy día da igual si cometes infracciones o no, si tienes dinero y fama para acallar las voces, puedes meter la pata todo lo hondo que quieras. Es verdad lo que decía mi padre, este mundo no es de inocentes y culpables, es de ricos y muertos de hambre.
Hablando de mi padre, es un hombre; a mi juicio, sabio, bondadoso y bueno, evidentemente tiene sus fallos como todo el mundo, y por consiguiente no es perfecto, pero sin embargo es sabio, que no inteligente; es decir, me refiero a que no solo es inteligente sino que es sabio, por que la inteligencia es poder, pero la sabiduría es la herramienta para manejar ese poder. Mi padre me ha enseñado muchas cosas, ha sido el primero en abrirme esa ventana que llamamos cielo y esa puerta que llamamos mundo, me ha enseñado el porque de muchas cosas, cosas que me importaban de pequeño, cosas que me hacía feliz conocer, entender y en un futuro poder explicar. Mi padre siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado y es algo que se lo agradeceré siempre, me ha protegido de este cielo que yo he visto, pero no lo ha evitado, pues ese azul me ha cautivado y despertado de mi letargo, me ha abierto los ojos y me ha mostrado cual es la manzana podrida de este mundo. Mi padre me enseñó las cosas que aprendió del suyo y las que yo un día explicaré a mi hijo. Gracias.
Ayer vi como un hijo cuidaba de sus padres ya mayores y enfermos de alzeimer, vi como el padre estaba tan inutilizado por la enfermedad que no era capaz de hablar, era como un niño pequeño, pero sin recuerdos, sin vida, solo el cascarón que es su cuerpo.
¿Qué es de todas esas personas? Dónde comienza su vida y en que momento termina.
Conocí a un chico que me decía, “el día que encuentre una persona de la cual no pueda aprender nada, ese día mi vida habrá terminado”, si esa frase fuese cierta, si fuese una ley universal irrevocable, ese hombre acaba de terminar su vida, puesto que ya no puede aprender nada de nadie, al rato lo iba a olvidar. Lo siento por todas las personas que sufren esa enfermedad, ojala no existiera dicha dolencia. ¿Acaso esta enfermedad hace una referencia brutal a la selección natural de la que hablaba Darwin? ¿El cáncer es parte de la vida? ¿La demencia senil es inevitable? ¿La esterilidad es un mensaje para que alguien no se reproduzca por ser débil para la naturaleza? ¿Son acaso las enfermedades terminales parte de ese proceso de selección, solo los más fuertes y aptos sobreviven?
Dejando atrás estas elucubraciones, seguiré con mi día de agosto, con su cielo azul, despejado y con su seudo-calma.
Miro a mí alrededor, observo el mundo con nuevos ojos, con los ojos del que ha visto el cielo. En otro tiempo el hombre miraba al cielo para poder orientarse, para saber su posición en el mundo, hoy día solo tenemos que mirar una nómina para saber nuestra posición en el mundo. Ya nadie mira el cielo, ya nadie disfruta con su armonía casi perfecta. Solo disfrutamos encontrando nuestra pareja, y algunos no solo para pasar el tiempo juntos, no soy quien para hablar puesto que he sido padre y contraído matrimonio a una temprana edad. Pero hoy día los jóvenes buscan diversión en cosas que nosotros a su edad desconocíamos, han muerto más jóvenes por imprudencias y por “nuevas experiencias” que los que murieron durante las hambrunas de la guerra civil, ¿Qué sentido tiene encontrar diversión en perder el sentido con alcohol y estupefacientes? Ninguno, y sé de lo que hablo por propia experiencia. Eso he de agradecérselo a la que es mi mujer hoy día, ella me separó de todo eso, me sacó de las afiladas garras del alcohol y me arrancó de su putrefacto seno. Hoy mataría por ella si fuese necesario, daría mi vida por la suya y por la de mi hijo. Hemos pasado muchas cosas juntos, buenas y malas, como todo el mundo, y se confirma el hecho de que “la vida tiene dos grandes bebidas: los triunfos y los fracasos, los triunfos son pequeños sorbos que se prueban de la copa y los fracasos son los grandes y amargos tragos que damos”. Pero con fuerza todo se supera, y se aprende de ello, pues un niño aprende más rápido a andar cuantas más veces se caiga intentándolo. Es raro pero parece ser que se aprende más de los errores que de los triunfos aunque de estos también se aprende.
Mi cielo azul, ¿Por qué me despertaste de mi sueño?, ¿Acaso no valía con mi dolor propio, que me tenías que mostrar el dolor del mundo? ¿Por qué me mostraste el fin de mi era dorada? ¿Quién violó a la pequeña y virgen cenicienta contra el portón de su casa mientras esperaba a que apareciera su hada madrina?, ¿el mundo tal y como yo lo conocía murió o solo estaba oculto tras una capa que me lo hacía maravilloso? ¿O eran mis padres quienes me lo ocultaban? ¿Se cayó la venda de mis ojos para que yo proteja a mi hijo de lo mismo que lo hicieron mis padres? No lo sé, el tiempo me lo dirá.

viernes, 12 de octubre de 2007

Capítulo 1 La copa del Sacrificio:



El sonido del despertador resonaba en mis oídos como un mazazo contra una campana, miré con desasosiego a mi alrededor comprobando; felizmente, que estaba en la comodidad de mi hogar. Me recosté sobre la cama y me quedé por un momento en blanco mirando al techo de mi habitación, pensando en el sueño que había tenido. Parecía tan real, pero era eso: sólo un sueño. Decidí que lo mejor era pasar unos minutos bajo el agua de la ducha para despejarme y olvidar ese perturbador sueño, mientras me dirigía al baño iba despojándome de mi ropa y dejándola tirada por el pasillo, cuando me quité la camiseta me fijé en mi brazo izquierdo con pavor, a la altura de la muñeca había un extraño tatuaje, eran como tres copas anidadas de color negro y cada una de una forma distinta. ¿Acaso el sueño no fue tal y realmente estuve en esa negra selva?

Corrí hasta el baño y abrí los dos grifos del lavabo, comencé a lavarme el brazo frenéticamente, pero el tatuaje persistía, con tanto frotar lo único que logré fue que me doliera todo el brazo y que se pusiera rojo. Reculé hasta que mi espalda tocó con la pared del baño y fui resbalando contra ella hasta que acabé sentado en el suelo con los ojos fijos en ese tatuaje, en esas tres copas negras. ¿Alguien me ha gastado una mala broma y mi subconsciente lo ha generado todo? O por el contrario, ese sueño ¿Ha sido real y tengo que cumplir las exigencias de un extraño ente que se comunica conmigo en sueños? Tras pensarlo durante unos segundos me echo a reír, esto es muy surrealista, seguramente; cuando salí de fiesta, bebería más de la cuenta y me hice el tatuaje sin saberlo.

Me levanté del frío suelo del baño, me desnudé del todo y entré en la ducha, allí bajo el agua las cosas se piensan de otra manera, la ducha ayuda a pensar con claridad, pero ahora no tengo tiempo para pensar, es tarde y tengo que ir a trabajar. Salgo rápido de la ducha y me visto casi a la misma velocidad, no me da tiempo de comer nada así que cojo lo primero que encuentro en la cocina y salgo rápido por la puerta. Bajo corriendo las escaleras de casa sin utilizar el ascensor y al llegar al rellano caigo en la cuenta de que no he cogido las llaves de mi coche, pero es tarde y no me da tiempo a volver a subir, así que decido ir en metro hasta la oficina.

Al doblar la calle veo las escaleras que me llevarán a la estación del metro y al lado de las mismas un hombre; de tez extremadamente blanca, ropaje negro que hace un gran contraste con su piel, repartir unos papeles entre la gente que accede a la boca del metro.
El personaje en cuestión alza la vista y su mirada se cruza con la mía, por un momento se queda helado, por un momento se hace el silencio en la bulliciosa ciudad, no hay nadie más en la concurrida avenida, sólo él y yo. Los segundos se hacen eternos y su mirada me perturba, es como si supiera quién soy, hay momentos que sus ojos demuestran odio hacia mi.

De pronto su mirada baja, para quedarse fija en mi muñeca, su expresión cambia de odio a sorpresa, en un movimiento brusco tira los papeles al suelo y abre su chaqueta e introduce apresuradamente la mano dentro de ella mientras comienza a andar hacia mí.

No quiero descubrir que es lo que va a hacer así que decido dar media vuelta y salir corriendo, no miro atrás, sólo pienso en que debo correr más rápido. De detrás de mí oigo los gritos del hombre llamándome sombra del averno, esbirro de la sombra y otras cosas en un lenguaje extraño, sigo pensando en lo mismo, no he de mirar atrás.

La pesadilla está cobrando vida.