lunes, 22 de octubre de 2007

Un pequeño paréntisis a la novela

Aquí os voy a dejar una pequeña reflexión que he encontrado mientras buscaba unas cosas que me pidió nuestro buen Cristian, al cual voy a medio defraudar xq no tengo prácticamente nada de las cosas que dimos el año pasado con Goyo, si alguien puede facilitar material al chico os estaría enormemente agradecido. Bueno a lo que íbamos, aquí os dejo una reflexión escrita hace ahora un año largo, cuando yo todavía tenía cosas en las que creer y vida que vivir. Aquí os la dejo, espero que os guste.
Mi cielo Azul
Alcé la vista, hasta que esta se cruzó con los rayos del sol, por un momento perdí la noción del tiempo, del lugar, de mi vida. Era verano, un día caldeado de agosto, claro y despejado, el cielo era de un azul especial esa mañana. No parecía que me preocupara nada más que contemplar el cielo, por un momento hubiera deseado que hubiese sido así, disfrutar todo el día de la armonía de ese instante, de la fragancia embriagadora del aire, de esa paz y esa calma, cambiaría toda una eternidad por ese momento.
Por qué el ser humano no se para a apreciar esos pequeños momentos que tiene la vida, por qué por lo grande que sea lo bueno vemos la nimia maldad que puede contener, qué debe hacer el hombre para volver a disfrutar de sus instintos, de oler el aire, de disfrutar de la belleza del campo, de apreciar lo que da la naturaleza, de ver lo que importa en realidad en la vida. ¿Por qué el ser humano no ha encontrado el sentido de la vida? Porque está muy ocupado en darle una solución empírica a todo, como decía un sabio la vida es aquello que ocurre mientras planeamos como vivirla (John Lennon).
Qué daño puede hacer un niño pequeño con sus pequeños pensamientos, cuán pura puede ser el alma de un infante, y cuán impía puede ser la de un adulto. ¿Por qué el ser humano no confía en el prójimo?, ¿por qué no nos cuidamos unos a otros? Porque es más sencillo hacer daño, el daño se hace sin pensar, sin embargo, para hacer el bien, hay que planearlo y eso implica un esfuerzo excesivo por parte del pensante, por lo que opta por no hacer el bien si no el mal.
Pero yo me quedo con ese instante, con ese día, con esa época, sin preocupaciones, sin dolor, ni penas, sin pensamientos, ni otro tipo de motivaciones ni siquiera de impulsos, solo ese cielo, esa claridad, esa paz…… todo eso ya no existe, todo eso murió, como el tiempo, los segundos pasan y no vuelven, cada instante en nuestras vidas es único, es irrepetible, por eso debemos aprovecharlos todos, llenarlos de cosas buenas, de buenos pensamientos y evitar hacer el mal, aunque cueste mucho más que el bien, debemos decir a todos nuestros seres queridos cuanto los queremos, cuanto nos hacen falta, disculparnos con ellos de todas esas veces que sin querer hacerlo los lastimamos.
Ese día entendí como era el mundo, tras alzar la vista y contemplar extasiado ese cielo azul, horizontal e inquebrantable, baje mi vista para volver a la realidad del mundo, para contemplarlo en su propia esencia, analizarlo y descomponerlo. Veo niños corriendo con sus mochilas que van al colegio, coches circulando a gran velocidad por la urbe, hombres hablando por sus teléfonos móviles mientras discuten y gesticulan ferozmente como si nadie viese lo que están haciendo en ese momento, niñas vestidas como mujeres y hablando como si lo fuesen, niños que caminan detrás de ellas con una mirada sibilina rozando la perversión, parques con columpios y toboganes vacíos.
¿Acaso la infancia murió mientras yo admiraba mi cielo azul?, ¿Tanto tiempo he estado contemplando el cielo, que no me he dado cuenta hasta ahora de lo que estaba pasando?
La era Bambi en la cual yo crecí se evaporó como se evapora un charco a la luz del sol de agosto, los niños son una raza ya extinta, pasan por el “estado” de bebes para convertirse directamente en pequeños adultos con falsas preocupaciones y frustraciones, acaso hemos dejado esto a nuestros hijos, ¿qué parte de la cadena hemos roto para que esto ocurra?, dónde están esos niños interesados por experimentar, por descubrir y aprender. ¿Cuál de esos niños mató a Sócrates mientras yo miraba el cielo? ¿Quién lo apuñaló con saña mientras destruía su memoria, su legado?
He descubierto la maldad del mundo mientras miraba algo bueno, ¿Es eso malo?, indudablemente, pues eso hace que mi alma envejezca mientras mi cuerpo se mantiene joven, eso me hace más insensible al paso de los años pero no a la muerte de mi mundo, ¿dónde irá todo lo que yo en su día aprendí?, ¿Quién dijo que la palabra escrita nunca muere?, estos chicos las están matando una a una, estos pequeños asesinos de la lengua, de la historia, de la vida en si, están destruyendo todo lo que tanto le costó construir a otras personas que vivieron antes que ellas y antes que yo, ¿quién les puso en la mano la soga para tirar del cuello del conocimiento hasta asfixiarlo? ¿Acaso he de resignarme a ver morir todo lo que yo quise aprender?
El ser humano hoy día no tiene tiempo para pararse a leer esto, no tiene tiempo de ver crecer a sus hijos, la mayoría de ellos no sabe que a sus hijos les trae sin cuidado lo mucho que a ellos les cueste traer el dinero a casa, ellos solo quieren gastarlo.
Hace unos días en un supermercado oí a una chica que estaba comprando con una amiga, que había salido de su casa con 40 € y que no podía volver a casa sin haberlos gastado. ¿Es necesario?, me pregunte yo para mis adentros, ¿Tan superfluo es el esfuerzo de sus padres por conseguir ese vil metal?, ¿En que era vivimos para que esto ocurra? Pero sigamos analizando el mundo, a ver como más ha cambiado. Veo ahora la calle en la que yo vivo, los coches se aglutinan a ambos lados de la calle, haciendo casi imposible el tránsito por la misma, al otro lado de la calle, una pobre anciana intenta cruzar hacia la acera en la cual estoy yo, el esfuerzo casi hercúleo que debe hacer la mujer para alcanzar la otra acera no se ve premiado, puesto que un desaprensivo repartidor ha dejado su vehiculo de reparto en medio del paso haciendo totalmente imposible el acceso a la otra acera, la mujer desesperada intenta encontrar una ruta alternativa, pero a causa de su avanzada edad, su reducida movilidad y su pequeño tamaño un conductor que circulaba a gran velocidad la arrolla sin remedio, sin posibilidad de hacer nada por evitarlo, ¿Quién es el culpable y quién la víctima? Una vez me dijo mi padre que ese concepto; el de culpables y victimas, era erróneo pues no se puede dividir el mundo en victimas y culpables, tal vez tuviese razón, mi padre tiene razón en muchas cosas, pero si hay una cosa que es cierta, esa mujer no va a volver a levantarse, ese hombre no va a poder volver a dormir tranquilo después de atropellarla, pero ese repartidor si volverá a dejar su vehículo en mal lugar, ¿Por qué? Porque no tiene sentimiento de culpabilidad, al volver a su auto solo verá una ambulancia que está intentando reanimar sin éxito el demacrado cuerpo de la anciana, un hombre que llora mientras está al lado de un vehículo con el frontal abollado y la luna rota y al cual está analizando la policía, ese repartidor subirá a su vehículo como que no fuese la cosa con él, pero en este caso si hubiese culpables y victimas, ese hombre sería el culpable y la anciana y el conductor siniestrado son las victimas. ¿Qué mundo es este, en el que el culpable se va sin preocupaciones y un inocente paga el pato? ¿Quién explica a una familia que su matriarca no volverá esas navidades? ¿Quién evita que esa misma familia odie al otro supuesto inocente? Al menos no es “famoso”, porque hoy día da igual si cometes infracciones o no, si tienes dinero y fama para acallar las voces, puedes meter la pata todo lo hondo que quieras. Es verdad lo que decía mi padre, este mundo no es de inocentes y culpables, es de ricos y muertos de hambre.
Hablando de mi padre, es un hombre; a mi juicio, sabio, bondadoso y bueno, evidentemente tiene sus fallos como todo el mundo, y por consiguiente no es perfecto, pero sin embargo es sabio, que no inteligente; es decir, me refiero a que no solo es inteligente sino que es sabio, por que la inteligencia es poder, pero la sabiduría es la herramienta para manejar ese poder. Mi padre me ha enseñado muchas cosas, ha sido el primero en abrirme esa ventana que llamamos cielo y esa puerta que llamamos mundo, me ha enseñado el porque de muchas cosas, cosas que me importaban de pequeño, cosas que me hacía feliz conocer, entender y en un futuro poder explicar. Mi padre siempre ha estado ahí cuando lo he necesitado y es algo que se lo agradeceré siempre, me ha protegido de este cielo que yo he visto, pero no lo ha evitado, pues ese azul me ha cautivado y despertado de mi letargo, me ha abierto los ojos y me ha mostrado cual es la manzana podrida de este mundo. Mi padre me enseñó las cosas que aprendió del suyo y las que yo un día explicaré a mi hijo. Gracias.
Ayer vi como un hijo cuidaba de sus padres ya mayores y enfermos de alzeimer, vi como el padre estaba tan inutilizado por la enfermedad que no era capaz de hablar, era como un niño pequeño, pero sin recuerdos, sin vida, solo el cascarón que es su cuerpo.
¿Qué es de todas esas personas? Dónde comienza su vida y en que momento termina.
Conocí a un chico que me decía, “el día que encuentre una persona de la cual no pueda aprender nada, ese día mi vida habrá terminado”, si esa frase fuese cierta, si fuese una ley universal irrevocable, ese hombre acaba de terminar su vida, puesto que ya no puede aprender nada de nadie, al rato lo iba a olvidar. Lo siento por todas las personas que sufren esa enfermedad, ojala no existiera dicha dolencia. ¿Acaso esta enfermedad hace una referencia brutal a la selección natural de la que hablaba Darwin? ¿El cáncer es parte de la vida? ¿La demencia senil es inevitable? ¿La esterilidad es un mensaje para que alguien no se reproduzca por ser débil para la naturaleza? ¿Son acaso las enfermedades terminales parte de ese proceso de selección, solo los más fuertes y aptos sobreviven?
Dejando atrás estas elucubraciones, seguiré con mi día de agosto, con su cielo azul, despejado y con su seudo-calma.
Miro a mí alrededor, observo el mundo con nuevos ojos, con los ojos del que ha visto el cielo. En otro tiempo el hombre miraba al cielo para poder orientarse, para saber su posición en el mundo, hoy día solo tenemos que mirar una nómina para saber nuestra posición en el mundo. Ya nadie mira el cielo, ya nadie disfruta con su armonía casi perfecta. Solo disfrutamos encontrando nuestra pareja, y algunos no solo para pasar el tiempo juntos, no soy quien para hablar puesto que he sido padre y contraído matrimonio a una temprana edad. Pero hoy día los jóvenes buscan diversión en cosas que nosotros a su edad desconocíamos, han muerto más jóvenes por imprudencias y por “nuevas experiencias” que los que murieron durante las hambrunas de la guerra civil, ¿Qué sentido tiene encontrar diversión en perder el sentido con alcohol y estupefacientes? Ninguno, y sé de lo que hablo por propia experiencia. Eso he de agradecérselo a la que es mi mujer hoy día, ella me separó de todo eso, me sacó de las afiladas garras del alcohol y me arrancó de su putrefacto seno. Hoy mataría por ella si fuese necesario, daría mi vida por la suya y por la de mi hijo. Hemos pasado muchas cosas juntos, buenas y malas, como todo el mundo, y se confirma el hecho de que “la vida tiene dos grandes bebidas: los triunfos y los fracasos, los triunfos son pequeños sorbos que se prueban de la copa y los fracasos son los grandes y amargos tragos que damos”. Pero con fuerza todo se supera, y se aprende de ello, pues un niño aprende más rápido a andar cuantas más veces se caiga intentándolo. Es raro pero parece ser que se aprende más de los errores que de los triunfos aunque de estos también se aprende.
Mi cielo azul, ¿Por qué me despertaste de mi sueño?, ¿Acaso no valía con mi dolor propio, que me tenías que mostrar el dolor del mundo? ¿Por qué me mostraste el fin de mi era dorada? ¿Quién violó a la pequeña y virgen cenicienta contra el portón de su casa mientras esperaba a que apareciera su hada madrina?, ¿el mundo tal y como yo lo conocía murió o solo estaba oculto tras una capa que me lo hacía maravilloso? ¿O eran mis padres quienes me lo ocultaban? ¿Se cayó la venda de mis ojos para que yo proteja a mi hijo de lo mismo que lo hicieron mis padres? No lo sé, el tiempo me lo dirá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy deacuerdo contigo, las niñas ya piden las pinturas a sus mamas para pintar a las muñecas sino que se "las cojen prestadas" para pintarse ellas mismas. Los niños ya no salen a jugar al futbol o baloncesto sino que quedan para ver quien tiene el mejor móvil o quien es el que gasta mas.
Los tiempos han cambiado y mas con la noticia de que una niña de 11 años esta embarazada, abel y yo fuimos padres con 18 y 20 años respectivamente y la vida te da un giro de 360 grados desde que ese bebe viene al mundo, las cosas que para ti eran importantes (salir los fines de semana, ir al cine cuando quieras, irte de vacaciones....) dejan de serlo y otras empiezana cobrar importancia .
Me gustaria proteger a mi hijo de tanta violencia, de tanto caos, de tanto sufrimiento......de momento es como si sus ojos estarian tapados con nuestras manos pero llegara un momento (cuando crezca)en que nuestro escudo no tenga defensa.
El pasado nunca va a volver y el futuro cambiara continuamente pero habra cosas y personas que no cambien nunca: COMO TU.
El es un caballero en el siglo XXI

Radecken dijo...

Pero como todos los caballeros, cuando pierden su doncella pierden su honor, yo hace mucho que perdí mi honor y mi sentido, lamentablemente estoy deacuerdo en que nuestro hijo tiene un velo en los ojos que no le deja ver la realidad, el problema es que los niños de hoy en día han aprendido a saltarse ese velo a la torera hace mucho, no sé cuanto podrá durar esto. Puede que sea un caballero pero nadie sabe apreciar lo que es bueno de verdad, ni si quiera un caballero.... y fuimos padres con 19 y 21 pero no pasa nada un error lo tiene cualquiera, solo tienes que conocer bien a tu hijo para saberlo.

Anónimo dijo...

Hay mucho más que no ves, ellos, nuestros hijos, sí lo ven: cómo reacciona su padre cuando se tuercen sus proyectos, cómo resuelve su padre los conflictos, en qué emplea el tiempo los domingos, qué tipo de actitudes valoras más, y nada de eso lo aprenden por los oídos. Absorven tu comportamiento, es una impronta que se graba a fuego en su corazón. Créeme, me siento orgulloso de haberlo a tiempo comprendido.
Ánimo.

(y jamás pierdas al niño o niña -no sé quién eres- que un día hubo dentro de ti. Volverá. En la ancianidad. Te hará falta, es importante.